martes, 7 de mayo de 2013

"Valientes de Sable"

¡Hola soy Julia López García! Os presento el cuento que tuvimos que hacer en clase, es un poco largo:

Tal vez estés en lo cierto, otra historia de reyes, reinas, príncipes, princesas, héroes, malvados... pero la historia que os voy a contar es diferente a todas aquellas historias que has escuchado anteriormente, hace muchos años en una ciudad diferente. 

Érase una vez, un rey que gobernaba Cuidadpaso. Él estaba obsesionado con varios ámbitos los cuales le hacían un rey insoportable; por ejemplo, todos los días cuando los primeros rayos del Sol empezaban a iluminar las fértiles llanuras, se levantaba como una momia de su tumba y en camisón traspasaba las puesrtas del palacio y empezaba a caminar por la única calle de Cuidadpaso. Con un paso ligero iba llamando a los timbres de todas las casas despertando a los aldeanos. Los guardias que vigilaban las puertas del palacio a esta hora, las abrían para evitar que el rey tropezara o se chocara como en días anteriores. A los cuidadanos no les gustaba mucho su rey, pero no tenían que pagar tantos impuestos como en ciudades de mayor prestigio. Algunos ciudadanos pensaban que el rey estaba muy solo. Todo el día se encerraba en su cuarto haciendo batallas con muñequitos de madera encargados por el rey a Alejandro, el carpintero de Cuidadpaso. El palacio era inmenso, en su jardín principal se encontraba una estatua del rey y margaritas de variados colores, que eran siempre regadas por Juana, la jardinera. La puerta principal se abría siempre a las 4 de la mañana (por ser la hora que el rey despertaba) hasta las 7 de la tarde. 
Normalmente, a los tres meses después de Año Nuevo, venían muchos comerciantes que se instalaban allí, para decidir quién trabajaba para el rey y quién vendía mayor cantidad de productos como verduras, pasteles, miel, infusiones, joyas... Quien consiguiera vender la mayor cantidad de productos iba al campeonato "Valientes de Sable", llegar ahí era costoso, porque había por lo menos, 14.000 participantes, los diez mejores debían pasar una prueba y todos os estaréis preguntando... ¿por qué? ¿Qué conseguían? Bien, conseguían muchas cosas, una casa en el pueblo, mucho dinero, mobiliario de la última generación y un polka (moto antigua parecida a un triciclo).
Después de varios días, los 10 primeros fueron elegidos. Venían de un Oriente extraño, como mágicos y vendían productos asombrosos, como sofases voladores, bolígrafos recargables al instante, vans a propulsión, ordenadores con batería inacabable, plumas que escribían solas... El objeto, el único objeto que no vendieron se llamaba chakún, también llamado el Bastón de las Tinieblas. De esos 10 participantes solo lo tenía uno, Rayiz. Otro participante cuyo objeto era un palo redondo, hueco y cuando tu soplabas salía fuego, se llamaba Sanhemeh. El hombre que tenía en Sanhemeh se llamaba Howard. 

La familia de Rayiz era mediana, tenía una bella hermana llamada Lahia y sus padres Âragon y Jhosephine. 
La familia de Howard era muy pequeña, solo tenía a su abuela Mariam. 
De los 10 afortunados participantes estos dos eran quienes se lo tomaban más enserio, como si fuera de vida o muerte y con unos productos muy extraños. 
En el campeonato no solo valía la astucia, también valía la fuerza, la honradez y el respeto. Faltaban 3 días para decidir quién se lo llevaba todo. 
Este mismo día, Lahia (hermana de Rayiz) era muy curiosa, entonces fue a cotillear por Cuidadpaso. Dando saltitos iba por la calle alegremente, hasta que se encontró a su derecha, una vieja casa abandonada, su curiosidad le llevó a traspasar las vallas. En su patio principal, las hierbas le llegaban hasta la cadera, cuando pudo pasar la gran y espesa masa de hierbas se encontró con el felpudo, en el cuál ponía "Si tu destino quieres saber, entrar aquí es lo que debes hacer". Lahia ni se lo pensó. La casa estaba sucia, rota con polvo, con agujeros, ratas, cristales, sin luz alguna y...
-¡¡¡Ah!!! -gritó Lahia
¡¡Le había mordido una serpiente!! De pronto, Lahia empezó a gritar, chillaba, no paraba de moverse, cayó al suelo, se hizo un corte con un cristal y la serpiente huyó de allí, su corazón se paró, por un momento podía haber muerto, hasta que escuchó unos gritos y notó que había agua en su cara. Entreabrió los ojos y cuando pudo desempañar su visión vio a Howard mirándola y llorando. 
-¿Qué me ha pasado? -dijo Lahia con un hilo de voz
-Una serpiente te ha mordido -dijo Howard en tono agradable. 
-¡¿Uoh?! ¿¡Puedo volar!? -Mientras con ímpetu salía disparada hacia el techo. Ambos se quedaron sorprendidos, Howard le dijo a Lahia que la serpiente que le había mordido no era muy usual, tenía efectos secundarios como poderes. Ambos decidieron no contárselo a nadie. 
En su despedida, Lahia se fue hacia Howard y le plantó un tímido beso en la mejilla que hizo que Howard se pusiera rojo como un tomate. 
-Gracias -dijo Lahia
-A ti -dijo Howard
Vivían enfrente uno del otro y ambos giraron la cabeza y la volvieron sintiendo una leve vergüenza y entraron en sus casas. 
Al día siguiente todos esos diez participantes se pusieron a entrenar, era difícil que cuando llamaras a la puerta no te echaran una mirada intimidadora. 
El rey estaba en sus aposentos y como era de esperar, se levantó a las 4 de la mañana y escuchó lo que parecía un hombre gritar como una paloma. 
-¡¡Ooook, ooook!! -gritaba
El rey salió de su dormitorio, se dirigió hacia la ventana, miró hacia bajo con un grito que rápido cesó con una frase improvisada:
-¡Señora! ¿Qué está haciendo una belleza como tú a estas horas por aquí?
-Nada chiquillo, que estaba dándole de comer a las palomas -dijo la mujer
-Ahora mismo le acompaño, nadie sabe lo que puede haber en una ciudad como esta. 
-Perfecto, por cierto me llamo Mariam, abuela de Howard -dijo
Cuando el rey llegó, se había puesto sus mejores galas, cogió a la señora por el hombro y con un paso descansado fueron a dar un paseo. Los ciudadanos se quedaron sorprendidos del despiste del rey, hicieron una fiesta para celebrarlo. Cuidadpaso estaba patas arriba, sobretodo el escenario. 
Las horas se fueron acercando y en menos de que canta un gallo, los diez finalistas allí estaban. Todos tenían un plan. La prueba era la siguiente: 
SE ACERCABAN AL REY Y ESTE LES DECÍA QUE DEBÍA BUSCAR:
A cada uno se le asignó encontrar algo: Un conejo, una gota de rocío, un helecho, un rey de madera, Psy, un sofá volador, una cortina bordada en oro, unos guantes de plata, a Howard el chakún y a Rayiz el Sanhemeh. Los ocho participantes echaron a correr cuando sonó la campana. Rayiz y Howard se quedaron mirando fijamente hasta que fueron a buscar. Los ocho participantes fracasaron en el intento. Rayiz y Howard seguían buscando. Llegó el momento de tal desesperación que Howard se puso a escalar hacia abajo un precipicio, de repente una mano de Howard se soltó y no tenía manera de sujetarse, rápidamente vino Lahia volando, cogió al joven y le llevó hacia el escenario sin decirle nada. Lahia se dirigió otra vez hacia al precipicio y cogió de la cueva el chakún, al mismo tiempo Rayiz estaba poniendo la casa de Howard patas arriba, fue Lahia volando cogió a Rayiz y sin decirle nada lo llevó al mismo sitio que ha Howard. Luego ella volvió a la casa de Rayiz y el palo que sujetaba la cortina, era el Sanhemeh. Lahia fue al escenario y con los dos objetos delante del rey los quemó diciendo:
-Todos merecemos lo que queremos -a la vez soltaba las cenizas. 
-¿¡Qué queréis!? -dijo el rey
-Un alto cargo para Howard, Rayiz, Mariam y yo, Lahia.
-Eso está hecho -dijo el rey
Al final, todo fue perfecto, las disputas cesaron. Mariam fue reina de Cuidadpaso y el rey se olvidó de llamar a los vecinos al alba. 
Rayiz fue nombrado vigilante de la ciudad. 
Lahia fue nombrada princesa, que pronto se casaría con su príncipe Howard, pero eso ya es otra historia, esta se llama:
               Valientes de Sable


Me he basado en experiencias propias, de amigos, serie de televisión y sueños. Espero que os haya gustado, ¡nos vemos!

4 comentarios:

  1. ¡Holaa! Soy Lorena, Pues decirte que me encantó muchísimo tu cuento :3 ¡Besos!

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  2. Dios, Julia, que bonito cuento, lo he amado ¡Besos!.

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    1. Muchas gracias, lo has amado, me siento honrada, ¡te quiero! 20ºº

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