Hace ya bastante
tiempo, en un país muy lejano, hubo un rey y una reina.
Cierta mañana y sin
saber muy bien por qué, el rey desganado y sin mucho ánimo pensó,
en todos aquellos objetos mágicos que había conseguido a lo largo
de su vida.
- ¡Los tengo todos !... dijo.
Un día mientras paseaba
por los alrededores de palacio, oyó a varias personas del pueblo,
y sin esperarlo, descubrió que hablaban de un nuevo objeto mágico.
Decían que ese objeto
estaba muy protegido porque un ladrón , llamado Abdul, iba detrás
de él para conseguirlo y seguir haciendo de las suyas. También
decían que ese objeto sólo iría a parar a manos de personas que
tuviesen un corazón limpio y puro.
Después de todo, el
rey, ya no dejó de pensar en aquella conversación que , sin
quererlo, habia oido. De camino a palacio, su cabeza, no dejaba de
dar vueltas y más vueltas.
- ¿Qué será?...pensaba. ¿Cómo lo conseguiré?.
Los lugareños ,
mencionaron un lugar que comúnmente se conocía como “La Cueva del
Agua” .
- Iré hasta allí y seguro que por ser el rey, lo consigo sin más.
Sin pensarlo dos veces,
llamó a sus soldados y les ordenó que lo guiasen a “La Cueva del
agua”.
Como siempre éstos le
obedecieron sin soltar palabra, y pocos minutos después, todos, con
el rey a la cabeza iban camino del lugar.
Pasadas varias horas
llegaron a la puerta de la cueva y el rey, para no dejar de ser el
protagonista de esta historia, ordenó a todos que se alejaran y
esperasen sus órdenes para volver más tarde a palacio.
No quería que ninguno
de sus siervos, presenciasen lo que allí iba a suceder.
Una vez dentro, vió
que todo el espacio estaba precedido por un gran altar, pero...no vió
a nadie.
Él había imaginado
que el objeto y la cueva estarían protegidos por unos seres
extraños.
Sólo se fijó, en una
amplia línea que dividia la cueva en dos partes.
Cuando uno de sus pies
pisó la línea divisoria, un fuerte estruendo se apoderó del lugar
y con voz ronca , se dirigió al rey:
- ¿Qué haces aquíiiiiiii? , le preguntó.
- Vengo a llevarme el objeto que aquí se esconde.
- No pensarás que podrás hacerte con él sin más....¿verdad?.
- Soy el Rey de este lugar y todo lo que hay en los alrededores de palacio me pertenece.
- Este objeto, no será de alguien cuyo corazón no sea limpio y puro.
- Mi corazón es así, dijo el rey, manteniendo los dedos cruzados tras su espalda.
- Sé que tu corazón, no es así- dijo la voz. Has robado y mentido a todo aquel que no era partícipe de tus ideas. Por lo tanto, el objeto seguirá siendo mío.
Después de hablar, la
voz hizo que se levantara un grueso cristal, que separaba la línea
divisoria y el altar mayor de la cueva.
Gritando e insultando,
el rey salió corriendo de allí y gritando a sus soldados,
volvieron a palacio.
Una vez allí, hizo que
buscaran de inmediato al ladrón del cual había oido hablar.
- Si no es por tener buen corazón, el objeto será mío por la fuerza...se decía sin dejar de maldecir a aquella voz , que no dejaba de sonar en su cabeza.
Evidentemente, el
ladrón , no pudo hacer nada con el duro cristal.
Cada vez estaba el rey
más y más enfadado, hasta que ….pensó en su hijo.
El príncipe , era un
chico de nueve años, tímido y amable con todos, todo lo contrario a
su padre, que pocas veces se acordaba de él.
Partieron hacia la
cueva, y Julien, que así se llamaba el príncipe, forzado por su
padre, se vió sin más ante el cristal.
La voz, al verlo le
hizo varias preguntas, y tras comprobar que era sincero, subió la
puerta y le dió el objeto.
El chico, sabiendo como
era su padre, extendió las manos y le mostró todo lo que el rey
buscaba.
- ¿Sólo tres canicas?...dijo el rey. ¿Es todo lo que me traes?.
- Sí papá, es todo lo que buscas. Cada una de ellas te concederá un deseo.
Apartando a su hijo,
cogió las tres canicas y se puso a pensar en lo que tanto ansiaba.
Vió que su hijo, lloró
a escondidas y....se dió cuenta de todo lo que había dejado a un
lado.
Miró las tres canicas
y pidió un único deseo:
- Quiero volver a ser un niño, dijo el rey. Sólo de esta manera podré cambiar aquellas cosas que no me permitieron tener un corazón, limpio y puro.Espero que os haya gustado.
Que misterioso el cuento jejeje, y al final sólo eran tres canicas. Bueno, que me ha gustado mucho C: Aah! Soy Lorena.
ResponderEliminarQue bonito tu cuento Antonio, me ha gustado mucho. Soy Andrea González.
ResponderEliminarQue bonito tu cuento Antonio, me ha gustado mucho. Soy Andrea González.
ResponderEliminar